Vamos garabateando línea tras
línea de nuestra vida sin apenas darnos cuenta.
Distintas épocas y nosotros
distintos. Ser la benjamín fue siempre agradable y algo que no olvido, tiempos difíciles, en realidad no tenías conciencia si eran buenos o malos, fue el
momento que te toco vivir, sólo eso. Mis hermanos todos mayores que yo (cuando nací tenía ya dos sobrinos) Mis hermanos quisieron
siempre hacerme feliz, haciéndome reír y rabiar era un poco el juguete de todos.
Me protegieron del sol y del frío; siendo gente de campo no recuero recoger
hortalizas ni nada de cuantos trabajos
se forjaban en aquella huerta. Siempre con un mimo que dejó huella en mí, sé que mi infancia fue
buena, muy buena dentro de la adversidad. No recuerdo una voz riñéndome ni un azote, bueno sólo una vez; después de
haber decidido enérgicamente que yo también iba a trabajar igual que mis hermanos
en la huerta, (mi familia vivía de lo que producíamos y mi madre vendía en la
Plaza de Abastos) yo cogí mi escardillo y me fui decidida hacer lo que los
mayores. Aquella tierra poseía un gran inconveniente, muchas malas hierbas con
las que mi familia tenía una gran lucha, escardillos y amocafres eran sus
armas; como si les diesen cuerda pasaban toda la sienta rasguñando verdolagas y
juncia. Pues a lo que íbamos, yo escardillo en mano igual que un fiero guerrero
visualicé al enemigo, un trocito rectangular atiborrado de yerba verdísima, recuerdo que me pareció hasta bonita, unas finas hojas como palitos
tiernos. Llena de entusiasmo comencé mi
lucha ahondando con fiereza en la tierra con mi escardillo, pero de repente
algo me hizo temblar, estaba en el mismo cielo, mis pies no daban en el suelo y literalmente volaba. Ay cuando vi
aquel bigote y cejas arqueadas me
dije algo no va bien, mi padre gritaba pero el pánico no me dejaba escuchar con
claridad “El cebollino” pero qué era eso del cebollino. No recibí ni un solo
azote, creo que cuando le cayó a mi padre toda mi meada encina pensó que ya
tenía suficiente reprimenda. Claro era el plantel de cebolla que mi padre había
sembrado y cuidado con esmero para poder plantar cebollas.
Miles de anécdotas podría contar en plan "cuéntame" en resumidas cuentas fui una niña entre mayores, cuidada por tres madres ya que mis
hermanas se ocupaban de mí cuidándome cuando mi madre trabajaba y éstas ejercían muy bien su papel. La que menos años me llevaba
era Carmen y recuerda aún con claridad lo que ocurrió hace 48 años y como me cuidó cuando ella sólo tenia nueve, un exagerado sarampión me puso muy malita, algo que la agobió bastante a su corta edad ya que mi madre y hermanos estaban recogiendo aceituna.
Con el tiempo y
aquí quería llegar la familia se fracciona y somos muchas familias. Yo no opino
que al final tu familia sea tu compañero e hijos, la familia somos todos; Hermanos, sobrinos, resobrinos etc etc. Todos de un mismo cuerpo, todos con surcos
de nuestros progenitores.
Rodeada de gente confesé en un momento de bajón que me sentía en parte sola, y ella me contesto, anda intento escaparme el domingo y lo pasmos juntas. Y algo tan sencillo fue excepcional, un domingo juntas. Porque tod@s somos parte de un mismo comienzo. Gracias Carmelisa.
Rodeada de gente confesé en un momento de bajón que me sentía en parte sola, y ella me contesto, anda intento escaparme el domingo y lo pasmos juntas. Y algo tan sencillo fue excepcional, un domingo juntas. Porque tod@s somos parte de un mismo comienzo. Gracias Carmelisa.
1 comentario:
Las hermanas siempre están para cuando las necesitamos, ya ves un simple comentario y fue a pasar el día contigo, me alegra un montón, a veces esos ratillos no se pagan con nada, que suerte tener tantos hermanos, yo tengo una a la que quiero como a mis propios hijos, puede que al llevarle tantos años... Siempre será mi hermanilla, pero te digo una cosa, me hubiera gustado tener una hermana mayor. Y es que ser la mayor las hermanas, la mayor de todos mis primos vía paterna y materna, pesaaaaaa y es que soy ya mayor ¡Que leñe!...
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