Peliagudo es batallarte,
con mil nombres y sin rostro. Ciega e ingrata, impasible, cruelmente mutilas sin piedad, desgarras el alma de tus lisiados.
Maldito tu aliento y maldita tú. Inventario sin orden ó criterio alguno. No te
amo, tampoco temo; Siempre en vigilante acecho llegas de puntillas, sin aviso y con
paso firme. Aquí estaré, sentiré tu escarcha y paralizada seguiré tu senda. Pero tuya no es
la victoria, solo serás azabache camino. Separaré tu mano, olvidaré tu inexistente rostro para dar un paso más
sin ti.
Él extenderá sus brazos y mostrará su rostro.
Luz de mis
sombras, solo tú encenderás la antorcha. Él enjugará toda lágrima, y ya no
habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras
cosas habrán pasado
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