Que nuestra alma sedienta acuda a esta fuente, y que
nuestra miseria recurra a este tesoro de compasión... Virgen bendita de la Encina, que tu
bondad haga conocer en adelante al mundo la gracia que tú has hallado junto a
Dios: consigue con tus oraciones el perdón de los culpables, la salud de los
enfermos, el consuelo de los afligidos, ayuda y libertad para los que están en
peligro.
(S. Bernardo, Hom. en la Asunción de la B. Virgen María, 1, 7-8)
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