¡Virgen María, Nuestra Señora de la Encina! Ruega por
nosotros ahora. Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos
los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos. Que cese la
violencia y la guerrilla.
Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a ti como Madre.
Sé para todos nosotros Puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que, juntos, podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Amén!
Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a ti como Madre.
Sé para todos nosotros Puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que, juntos, podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Amén!
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