sábado, 30 de marzo de 2013

Cada uno cargue su cruz y camine hacía el Calvario. Una Semana Santa desprovista de imágenes, de oficios religiosos. Todo ha pasado deprisa, escarcha en el alma, hielo en las venas. Dolor intrínseco, el rosario entre las manos y la conformidad. Cuando ya todo está cumplido, cuando tus fuerzas ya no existían, sentiste que el momento era oportuno. Todos los que tenían que estar ESTABAN. Sin hacer ruido, sin despedida porque todo estaba dicho, conforme o no era el momento de partir. El frío dueño de nuestra alma y cuerpo, él enemigo fue compañero inseparable. Un reloj de pared que parecía detener el tiempo. Tú cargaste con una pesada cruz; no te faltaron cirineos que ayudasen. Cuando todo hubo concluido no sentí miedo al retumbo del infierno, no me turbo porque sé que la resurrección será tu premio. Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas son pasadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así paso. Todo se consumió.