miércoles, 29 de diciembre de 2010

Molino del Santo Cristo, Baños de la Encina, Jaén

Nuevas aspas del Molino de Baños de la Encina
En el pasado 26 de febrero los "brazos" sufrieron serios desperfectos por culpa de incidencias meteorológicas.Desde el 11 de noviembre tiene nueva hélice.

Se escucha la voz del Molino en la noche, ¡Soy efebo!

¿Quién calló su canto? ¿Quién meció su pena cundo yacía por poco muerto? Pareciese el Molino el más fuerte, y sin embargo se siente débil. Quien más le amaba le arrebató el alma sin piedad celoso ante las miradas de cuantos le admiraban.

Se escucha la voz del Molino en la noche, ¡Soy efebo!

El Mollino de Santo Cristo, con sus imaginarias velas acariciaba a su amado Viento, éste, fogoso amante se entrelaza en su regazo en una danza efímera exigiendo amor eterno.

En el Censo del Marques de Ensenada, de 1752, aparece sin uso, y no se volvió a poner en marcha.

¿Quién es nuestro Molino de Santo Cristo?

Descripción
Apurando la cota más alta del Cerro de la Calera, se encarama este mastodonte de piedra llamado Molino del Santo Cristo. Se levanta en el paraje de "Buenos Aires" lugar hasta hace pocos lustros de innumerables eras para trillar que tenían al viento como buen aliado para aventar el grano. Este buen molino, al estilo manchego, con seguridad el más meridional de la península de esta tipología –siglo XVIII- consta de cuerpo de torre dividido en tres tramos: cuadra, camareta, y sala de molienda.
Pese a la colonización olivarera del valle, la cantidad del grano no menguo ya que durante el siglo XVIII se desarrolló una mayor intensificación agrícola de las tierras serranas. Se implantaron dos sistemas agrícolas: la "roza de cama", en las tierras menos productivas, y la "roza de barbecho" llevada a buen término en los cortijos y tierras de mediana serrana (a caballo entre la sierra y la campiñuela, como el cortijo de la Atalaya). La creciente cosecha de grano, motivada en parte por una adecuada regularización de los usos de las tierras perpetrada al amparo de la "Ordenanzas Municipales de 1742", obligan a la creación de nuevos ingenios de molienda. Los fuertes lazos culturales que nos unían a nuestros vecinos norteños de la Mancha, auspician este molino. La mutua influencia cultural que derivaba de un perfecto entramado caminero entre una y otra vertiente de Sierra Morena, yace hoy bajo el polvo de alambradas y lastres socioeconómicos.

Se hizo un estudio comparativo del molino del Santo Cristo. Se trata de una edificación singular, aunque la mayor parte se inspira en los molinos de aspas manchegos, posee algunas caractarísticas de los molinos de velas mediterráneos. En la recreación que se hizo se podía observar la maquinaria funcionando y debía de ser impresionante. La verdad es que alegra que se haya conservado esta parte del patrimonio industrial andaluz.

Recientemente se recuperó el molino. Construido en sillares de arenisca de la zona, tiene 12 m. de altura en tres niveles y 4'5 m. de diámetro. Reconstruido bajo la dirección del arquitecto Salvador Funes y la investigación histórica realizada por José María Cantarero Quesada.

En su interior contiene una exposición permanente, diseñada por José María Cantarero, denominada "Historias al viento", en la que se narran, estructurados por niveles de ocupación, las tipologías de molinos de viento, la historia y evolución de los molinos hasta la aparición de los de viento en el siglo XII, la vinculación de la localidad de Baños de la Encina con los molinos y los trabajos vinculados en general al cereal, mostrando rutas por el entorno más cercano de la localidad donde se localizan eras, chozos de colonos vinculados a la agricultura de rozas, molinos hidráulicos, bancales del cultivo de cereal, poblados de la Edad del Bronce donde aún aparecen multitud de molinos de mano, etc.
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Hay una historia que une la Ermita del Santo Cristo y el Molino del Santo Cristo, quizás los más jovenes la desconocen, por ello copio literalmente del libro de D. Juan Muñoz -Cobo "Baños de la Encina un poema de piedra y cal" Cronista Oficial de Baños de la Encina e Hijo Adoptivode la Villa por unánime acuerdo de la Corporación municipal de 20 de octubre de 1953. No nació en Baños, sino en Montoro, ciudad de Córdoba a la orilla del viejo Betis, pero es por línea paterno-materna hijo, nieto y renieto de "bañuscos"

Para mí este libro es una gran fuente de información .

La Cruz de plata de Jesús del Llano

Fue tan bien dotado el Santuario de Jesús del Llano por su fundador, el canónigo don Pedro García Delgado, que para que nada faltara hizo labrar una Cruz de plata con remates de oro para el Cristo, encargando la obra a destacados orfebres cordobeses, pero por sus dimensiones, peso y calidad artística había de tentar pronto la codicia de dos desaprensivos ladrones -uno local y otro forastero- que se propusieron robarla dos veces, como veremos enseguida.

Muy solitario el lugar entonces, fuera del casco urbano y habitado únicamente por un matrimonio de viejos santeros, los intentos no resultaron difíciles y amedrentándolos una noche tormentosa, los ladrones se llevaron la Cruz. A la mañana siguiente aparecieron los dos viejos amordazados y no pudieron dar razón de la identidad de los ladrones porque para cometer el acto sacrílego llevaron las caras cubiertas. Como tardaran más de lo previsto y se echaran encima las primeras luces del día, la Cruz fue enterrada en un muladar próximo de los muchos que por allí existían, aprovechando los huecos hechos para sacar piedra de las canteras.
Alertada y conmovida la población, se realizaron múltiples pesquisas por la justicia auxiliada por el vecindario, pero nada fue descubierto. Habían transcurrido algunos días cuando un muchacho que apacentaba una piara de cerdos, vio con sorpresa que al hozar aquellos entre el estiércol, descubrieron un objeto brillante. Avisadas las autoridades y en presencia de numerosos vecinos fue desenterrada la Cruz y con júbilo de todos se volvió a colocar en ella la santa imagen del Redentor y se celebró una fiesta religiosa en el Santuario, seguida de procesión, en acción de gracias por haberse recuperado tan preciosa joya.

Pero el demonio, que había tentado la avaricia de los malvados y sacrílegos ladrones, hizo que éstos planearan el robo nuevamente, ahora con mayor preparación y garantías. Una larga y lluviosa noche de invierno les deparó la ocasión, aprovechando como en la anterior, la mucha edad de los santeros, más confiados porque se había reforzado la reja de la ventana de la sacristía, pero ahora entraron por la puerta lateral de la iglesia, forzándola con facilidad.
Provistos de buenas caballerías, antes del amanecer habían logrado internarse en lo más fragoso de Sierra Morena y descansando de día en lugares ocultos y caminando de noche a través de las provincias de Ciudad Real y Badajoz, no tardaron en traspasar la raya de Portugal, en cuya nación fue vendida la Cruz y pagada en monedas de oro.

Dejaron pasar algún tiempo y la familia del ladrón de Baños, que era soltero, dijo que se había ido a América a trabajar en aquellas tierras entonces españolas y se olvidó el asunto. Ya en edad madura, volvió a Baños, dijo que había hecho algún dinero, compró casa y algunas tierras y empezó a trabajar con apariencia de hombre honrado, logrando la estimación de todos, pero como se dice que el dinero y el amor no pueden estar ocultos, empezó a maquinar en la manera de invertir el mucho dinero sobrante y se ocurrió instalar unos molinos para trigo, de los que el pueblo estaba escaso.
Levantó uno de viento –restaurado recientemente- en la parte más alta de la Villa, cerca de la Ermita de Santa Eulalia donde los aires corren fácilmente y otro movido por las aguas del Rumblar cerca de Valhondo, al que llamaron del "Jacarero" por ser éste el apodo con que era conocido el "honrado" vecino, laborioso y emprendedor. Una vez construidos empezaron ambos a funcionar con éxito, pero la justicia divina había de jugar su baza y cierto día fue un furioso vendaval el que destruyó las aspas del molino de viento y se llevó la cubierta, dejando sólo los muros. El invierno siguiente, muy lluvioso, causó grandes crecidas en el río, que arrancaron de cuajo el caz y penetrando las aguas destrozaron la tosca maquinaria del molino del "Jacarero".
El dueño, viejo ya, no había de vivir mucho. En el lecho de muerte confesó su delito y la justicia y misericordia de Dios se encargaron de ahorrar a la justicia humana lo que ya resultaba inútil.

Nadie se atrevió a reconstruir los molinos para ponerlos de nuevo en marcha. El de Viento sigue en el sitio de siempre, y el del río, hoy bajo agua, asomaba hasta hace poco tiempo sus musgosos paredones cuando decrecía el embalse en acusados estiajes.
Así es la justicia de Dios.

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