martes, 14 de agosto de 2012

EL EMIGRANTE, TIERRA POR ASFALTO

 Esta foto fue la última que me hice en Baños

Al principio de los 70 cuando solo tenía unos 10 años, se nos planteó un viaje inesperado   que no podíamos rechazar, ir a la boda de mi tía materna que vivía con mis abuelos (bañuscos) en Barcelona. Dicho acontecimiento lo  veía como algo fantástico, ya que uno de los lugares  más lejanos que había viajado, era Linares, lugar al que me encantaba ir,  ya fuera de compras  o bien por  asuntos médicos, cosa que no importaba  con tal de viajar y tener algo nuevo que ver y contar a los amigos.

Una vez llegado el momento, se decidió que iríamos al enlace, mi madre, hermana pequeña y yo, ya que mi hermana mediana a pesar de su corta edad, 18 meses menor que yo, tendría que quedarse haciendo las labores de casa, y acompañar a mi padre cuando llegara del trabajo. Esta separación  familiar duró aproximadamente un mes, ya que mis padres deciden comenzar una nueva vida en Cataluña donde se encontraban ya emigrados familiares maternos.No hubo problema en  encontrar trabajo para mi padre y de esta manera volveríamos a estar toda la familia al completo; pero sin imaginar las consecuencias  tan importantes que supondría para nuestras vidas el tener que cambiar las costumbres y dejar atrás todo lo que  conocíamos.












Pasaron 3 años para poder volver de nuevo a nuestro pueblo, eso sí, porque nunca había dejado de serlo, a volver a ver a los seres queridos, familiares que  echábamos de menos al igual que ellos a nosotros, las primeras horas eran como  un sueño,  veías todo diferente de como lo recordabas, las calles perecían  más pequeñas y sobre todo con ese silencio ensordecedor que ya había olvidado, la iglesia también había cambiado, ya  no era la misma, le faltaba la cúpula con la cual recordaba, y unas de las curiosidades que siempre me llamaron la atención, era ver lo antes posible las “colas”, para saber lo lleno que se encontraba el pantano ese año.                                                        








Las vacaciones pasaban rápidas  y alegremente, entre ir a bañarnos en la “playa”, paseos por la “llaná”,  "tapear " por las tardes en los bares más populares, y bailar o ir al cine de verano para acabar de pasar el día, y como no, visitar a los familiares y escuchar una bonita historia de mi abuela antes de acostarnos.                                                                                                                                                                                                                  
Después de unas semanas teníamos que emprender de nuevo el viaje de regreso, pero quien peor lo llevaba, era mi padre, a quien recuerdo verlo dentro del coche girando la cabeza una y otra vez como despidiéndose del pueblo hasta que lo perdía de vista, quedando atrás todo lo que habíamos esperado durante todo un año, pero con la esperanza de poder volver de nuevo lo antes posible.   

  Esta situación duró algunos años más, después todo cambió, empezaron a faltar algunos de nuestros seres más queridos, nos fuimos independizando y ya no éramos todos bañuscos, aunque  siempre que ha  habido ocasión, hemos aprovechado para pasar unos días en Baños de la Encina, lugar que hace unos 40 años, dejé por la ciudad y alguna vez me he preguntado, cómo sería mi vida si no hubiéramos hecho aquel viaje al principio de los años 70.

 J.M.V.

 
 Desde mis propias cosas quiero dar las gracias a este emigrante por su relato, sólo añadir que su abuela cuando marchaban cada año de las vacaciones en Baños siempre repetía la misma frase con los ojos nublados "Hijo de mi alma"  ellos ya no la escuchaban, cambiaban tierra por asfalto, como bien nos dice en el titulo que él pondría a este minirelato. Espero que el año próximo profundice más y nos cuente mas de sus sentimientos en tierra extraña.

Un abrazo




5 comentarios:

Anónimo dijo...

yo si te he conocido si des de pequeña jugábamos juntos y cuando te fuiste yo me despedí de todos lo q no sabia era de q iba a ser para toda la vida un abrazo muy fuerte L V

Anónimo dijo...

¡¡¡A POR-CIERTO ESTAS MUY GUAPO EN LA FOTO PRIMO¡¡¡¡L V

Anónimo dijo...

Cuantos relatos como este, se podrían contar...la verdad es que arrancarte de tus raíces duele, más de lo que los que no han tenido, que vivirlo no pueden saber lo que es.
el relato es muy bonito, no pasa nada que se de a conocer.
Un abrazo,
nostalgia

Anónimo dijo...

Cierto, Baños es tierra de emigrantes, si volvieramos todos...

Anónimo dijo...

precioso niña no te deje conmenterios por que el ordenador no me dejaba pero no me puedo aguantar que guapo tu sobri ......precioso