jueves, 11 de diciembre de 2025

Salteado Bañusco de Pie Azul y Níscalo al Ajillo con Jamón


En Baños de la Encina, cuando llega el fresco y el monte huele a humedad, sabemos que es tiempo de setas. Este salteado al ajillo de pie azul y unos poquitos níscalos es una de esas recetas que me acompañan desde siempre. Sencilla, rápida y llena de sabor a pinar. Cada otoño la preparo con ganas, y siempre hago de más para congelarla, porque mis hijos la disfrutan igual de recién hecha que recalentada.
Es un plato bañusco, humilde y agradecido, perfecto para aprovechar la temporada y para recordar esos paseos por los pinares que nos regalan estas joyas de la sierra.


Ingredientes

  • Aceite de oliva virgen extra (generoso, porque luego la receta se puede congelar sin secarse)
  • Pies azules limpios y troceados
  • Unos níscalos
  • Ajo picadito
  • Guindilla al gusto (opcional, según tolerancia al picante)
  • Sal
  • Un chorreón de vino blanco
  • Jamón picado

Preparación

  1. En una sartén amplia, añade un chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra. Las setas lo absorberán y así el salteado quedará jugoso, incluso si luego decides congelarlo.
  2. Agrega el ajo picadito y, si te gusta, un poco de guindilla para darle ese sabor al ajillo. Si el picante no te sienta bien, simplemente no la pongas.
  3. Añade las setas: primero los pies azules y los níscalos. Reahoga a fuego fuerte hasta que suelten su agua y empiecen a dorarse.
  4. Pon sal y un chorreón de vino blanco, dejando que evapore.
  5. Apaga el fuego y añade el jamón picadito, que se cocinará solo con el calor residual.

El resultado es un salteado aromático, jugoso y con ese sabor tan nuestro de la sierra bañusca. Perfecto como tapa, acompañamiento o para tener listo en el congelador.


lunes, 8 de diciembre de 2025

Almendras fritas caseras, preparadas en Baños de la Encina uno de los pueblos mas bonitos de España

 

Almendras fritas caseras

Ingredientes:

  • Almendras crudas
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal

Preparación:

  1. Calienta abundante aceite de oliva virgen extra en una sartén, pero sin dejar que se ponga demasiado fuerte.
  2. Añade las almendras crudas al aceite y fríelas a fuego muy lento, removiendo de vez en cuando para que se doren de manera uniforme.
  3. Cuando las almendras tomen un color dorado oscuro, retíralas con una espumadera y déjalas escurrir bien para eliminar el exceso de aceite.
  4. Espolvorea sal por encima mientras aún están calientes.
  5. Deja enfriar y… ¡listas para disfrutar! Además, el aceite se puede reutilizar para otras preparaciones.


Un mensaje para quien encuentre esta receta, hecha desde Baños de la Encina uno de los pueblos mas bonitos de España

“Esta receta es muy sencilla, pero la comparto pensando en quien empieza a cocinar y quizá también en mis hijos, para que algún día encuentren aquí las cosas que hago con cariño.
Si estás leyendo esto, ojalá te sirva, te acompañe y te dé un ratito agradable en la cocina.”

Conejo de sierra a la Bañusca de Ana Pepa. Recetas de Baños de la Encina

 

 Conejo de sierra a la Bañusca de Ana Pepa

Ingredientes

  • 1 conejo troceado
  • 2 hojas de laurel
  • Sal al gusto
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 pimiento rojo troceado
  • 1 cebolla dulce picada
  • 1 cabeza de ajos en rodajas
  • Tomillo en rama (natural)
  • 1 cucharada de pimienta en grano
  • 1–2 pastillas de caldo de carne
  • 1 vaso de vino
  • 1 vaso de agua
  • Zumo de 1 naranja


 La historia de la receta, Conejo a la Bañusca de mi madre, Ana Pepa

En Baños de la Encina, mi pueblo, había una tradición muy bonita que hoy casi se ha perdido: cuando una pareja se casaba, los primeros días iban de casa en casa, invitados por familiares, amigos y vecinos. Era una forma sencilla y preciosa de acompañar a los recién casados, de darles la bienvenida a su nueva vida rodeados de cariño, comida casera y puertas abiertas.

Mi madre, Ana Pepa, era una de esas mujeres que siempre recibía a la gente con un plato en la mesa. Y cuando tenía invitados —sobre todo si eran recién casados— había una receta que nunca fallaba: su Conejo a la Bañusca.
Un guiso humilde pero lleno de sabor, hecho con paciencia, con tomillo en rama, con su mano buena para el sofrito y con esa manera suya de cocinar que convertía lo sencillo en especial.

Yo sigo preparando esta receta en su recuerdo.
Porque cuando el olor del conejo dorándose se mezcla con el del pimiento, los ajos y el tomillo, es como si ella volviera un ratito a estar conmigo en la cocina.
Porque cada vez que la hago, siento que conservo un pedacito de esa tradición y, sobre todo, de ella.

Por eso la comparto aquí, en mi blog “Mis propias cosas”, para que no se pierda, para que otros puedan disfrutarla y para que la memoria de mi madre siga viva entre mis guisos, mis palabras y mi vida.

 


Las figuritas del Nacimiento de Pedro Ortega, Baños de la Encina

Las figuritas del Nacimiento de Pedro Ortega
Siempre viene a mi memoria aquellas figuras que miraba cada año, pero que nunca pude llevar a mi casa. Tenía pocos años y aquella tienda estaba repleta de sueños. Cualquier cosa que buscabas, aquellas vitrinas la guardaban. Me quedaba mirando con atención: el Niño Jesús, tan bonito y desabrigado, solo en pañales debían de ser pobres; la Virgen, muy bonita, cubierta por un manto azul; San José con sus barbas; la mula y el buey. Pero luego había un pueblo entero, con casas y sus artesanos: el panadero, el carpintero, los pastores con sus ovejas, cerditos, gallinas y lavanderas en un río de plata, con pescadores y un puente por donde venían los Reyes de Oriente en sus camellos, cargados de oro, incienso y mirra, según decía nuestra catequista.
Me movía de un sitio a otro y era como pasear por el pueblo de Belén. Había más chiquillos que miraban y alguno que compraba una figurita. Yo nunca las toqué. Tampoco dije en casa aquella gana tan intensa de poner un Belén, porque sin que nadie me lo dijese, quizá ya sabía que no era viable comprarlo. Pero cada año yo iba, miraba, disfrutaba y soñaba la historia de un Niño Dios que nacía siempre en diciembre.
Aún hoy no dejo de recordar al pastor con el cordero al hombro y a aquel hombre con el culo al aire que nos hacía reír. Pero cuando tenía unos 30 años, en el Centro de Adultos, pintamos nuestro Belén. Por fin lo iba a conseguir: tendría aquellas figuras de ensueño, y cada pincelada era amor puro. Mis hijos tendrían el Belén que yo no tuve, pero en realidad y siendo sincera era mi ilusión, como decía mi maestra Luisa López Nava. Y al año siguiente pintamos los Reyes.
Durante 15 años fui a ese Centro Tamujoso, donde aprendí muchas cosas y donde hicimos grandes amigas. Después pinté otros Belenes, seguro que mejores y con más técnica, para mis sobrinas y mis hijos. Pero para mí, este que hoy he puesto, como cada 8 de diciembre, es el que cumplió mi ilusión y al que más cariño le tengo.


martes, 25 de noviembre de 2025

25 de Noviembre conmemoramos el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres en Baños de la Encina


Hoy Baños de la Encina se viste de morado para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
.
La Concejalía de Igualdad ha organizado la marcha que, como cada año, ha partido desde la Ermita de Jesús del Llano hasta la Plaza de la Constitución.

En esta caminata simbólica hemos participado todas y todos:

  • CEIP Nuestro Padre Jesús del Llano

  • IES Bury Al-Hamma

  • Centro de Educación de Personas Adultas “Tamujoso”

  • Asociación de Mujeres La Llaná

  • Concejales, Vecinas y vecinos del municipio

Hoy caminamos en protesta contra cualquier forma de violencia machista y en apoyo a todas las víctimas que la han sufrido o la sufren. Caminamos para alzar la voz por quienes ya no pueden hacerlo, para acompañar a quienes luchan por salir adelante y para educar a las nuevas generaciones en igualdad, respeto y libertad.

El Ayuntamiento de Baños de la Encina luce desde su balcón una gran pancarta morada, como símbolo del compromiso firme de toda la corporación municipal en la defensa de los derechos de las mujeres y en la lucha contra esta violencia que nunca debe tener cabida en nuestra sociedad.

Para mí está muy claro: toda violencia es denunciable. Ya sea física, mental o digital, la respuesta siempre debe ser un NO rotundo.

A veces hay confusión. Algunas mujeres, queriendo proteger a sus hijos varones, no quieren participar en estas marchas. Pero este día no va contra los hombres. Va contra la violencia que viven muchas mujeres, la que han sufrido, la que sufren hoy y la que sufrirán si no cambiamos.

Cuando una mujer sufre violencia, también sufren sus hijos, aunque se piense lo contrario.

Por eso digo con firmeza:
No a la violencia.
No al silencio.
No al miedo.

Solo así podremos avanzar hacia un mundo más justo y seguro para todas y todos.

25 de Noviembre conmemoramos el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres 


La Concejal de Igualdad María José Lara
Porque si tocan a una, nos tocan a todas y a todos.

Baños de la Encina dice ¡Basta ya! y reafirma su compromiso por un municipio libre de violencia contra las mujeres. 

Concejales socialistas e IU


Tipos de violencia que debemos reconocer y rechazar

La violencia puede aparecer de muchas formas, y todas son igual de dañinas. Es importante conocerlas para poder identificarlas y denunciarlas.

  • Violencia física: golpes, empujones o cualquier daño al cuerpo.

  • Violencia psicológica o emocional: insultos, humillaciones, amenazas, control o manipulación.

  • Violencia sexual: obligar o presionar a realizar actos sexuales sin consentimiento.

  • Violencia económica: controlar el dinero, impedir trabajar o hacer que una persona dependa totalmente de otra.

  • Violencia digital: acoso, control o amenazas a través del móvil, redes sociales o internet.

  • Violencia social: aislar a una persona de su familia, amistades o entorno.

Reconocer estos tipos de violencia es el primer paso para combatirlos.
De nuevo retomo los estudios, y María Teresa y Antonio aparecen en mis propias cosas profesores del 
  • Centro de Educación de Personas Adultas “Tamujoso”



Decimos alto y claro: NO a la violencia, en ninguna de sus formas.



Las fotos me las han cedido, gracias





lunes, 24 de noviembre de 2025

25 Noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: El día en que ya no sentí miedo

 25N: El día en que ya no sentí miedo


Recuerdo que no te gustaba que hablase con Ana. Decías que tenía una manera de ver la vida demasiado libre, ligera de cascos. Nunca entendí por qué no te gustaba, y menos lo de los cascos, si ni siquiera le gustaba usar sujetador. Ella decía que ese invento tendría que haber sido para otras partes masculinas, y luego soltaba una carcajada. En verdad, yo envidiaba cómo se reía, a carcajadas. Era feliz. Siempre se la veía feliz.

 

“La mujer que ríe así es una fresca”, decías. Pero yo la envidiaba, incluso soñaba que era ella.

 

Tampoco te gustaba mi hermana. Si no, la habrías elegido a ella y no a mí. Está demasiado buenorra, y el hombre que dé con ella… menuda cornamenta. Y no es que yo me fije en ella, ¿eh?

“Yo te prefiero a ti cuidando a nuestros hijos. Eres lo que tienes que ser: una mujer pa’ un pobre.”

Eso tampoco lo entiendo bien. Y tampoco pregunto.

 

Sabes, prefiero no enfadarte y darte la razón. Después de todo, es lo mejor. Sabes que de política no entiendo, ni de fútbol. Bueno, la verdad es que no entiendo de mucho, pero preferiría que no me lo recordases tanto. Ya lo sé: que no sé.

 

Hoy te enfadé de nuevo. Piensas que ya no te quiero y que amo a no sé quién. No sé ni cómo piensas eso, si con nadie me relaciono y tú lo sabes. Pero no es eso: la nena tiene pesadillas, va fatal en el cole. Me llamó la profe, dice que la nota rara, distraída. Por eso voy a tutorías. No pienses cosas raras. Con lo que yo te quiero… ¿cómo puedes pensar esas cosas?

 

Pero, ¿sabes? Hoy no siento miedo. No sé cómo lo conseguiste, pero después de que me abrazases tan fuerte, tan fuerte que parecía ahogarme, lo veo todo como de lejos. Estoy bien. Me siento bien, como si no me doliese nada, como si no tuviera cuerpo. Qué curioso, ¿verdad? Te veo en el sillón y no me preocupa lo que pienses. Estoy bien.

Y ahora… ya no siento miedo.

domingo, 23 de noviembre de 2025

Baños de la Encina “El feminismo se viste de flamenco”. En conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género

 Baños de la Encina. La Concejalía de Igualdad, de la mano de María José Lara, apuesta con fuerza por el flamenco como herramienta de sensibilización, el 22 de noviembre el Auditorio Municipal vibra con “El feminismo se viste de flamenco”. En conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género

Asociación Cultural Flamenca: Peña Flamenca "Antonio Laruta". llena el escenario de emoción
El arte se convierte en voz contra la violencia de género y en un homenaje a la igualdad, mostrando cómo el flamenco también evoluciona para reivindicar derechos y libertad.
Hoy más que nunca siento cómo la cultura puede transformar, sensibilizar y acompañarnos en la lucha por una sociedad más justa.

Video de Faustino Céspedes y su poemahttps://youtube.com/shorts/ld1_iAQw0YE?feature=share



Anabel Zamora Álvarez, junto a su hermana Agustina Zamora Álvarez, acompañadas al toque Juan José Gutiérrez "El Calao" .
El arte se convierte en voz contra la violencia de género y en un homenaje a la igualdad, mostrando cómo el flamenco también evoluciona para reivindicar derechos y libertad.



La Asociación Cultural Flamenca: Peña Flamenca "Antonio Laruta". llena el escenario de emoción con la voz de Agustina Zamora Álvarez, acompañada al toque Juan José Gutiérrez "El Calao"

En Baños de la Encina, el Auditorio Municipal fue la mejor manifestación que he vivido. Fue una reivindicación de paz y armonía, una iniciativa fantástica por parte de la Concejalía de Igualdad. Yo lo viví con emoción, con el corazón abierto.

Si soy feminista, lo soy de verdad; no a medias. Porque no se puede decir que se quiere justicia e igualdad si no se defiende desde lo más propio, desde cada acción, cada palabra y cada gesto. Así es como quiero manifestarlo: con claridad y sin miedo, porque el flamenco, la música, la cultura y la vida misma nos enseñan que luchar por la igualdad es un acto de amor y de respeto hacia todas las personas.

Fue un momento que me hizo sentir parte de algo más grande, de una comunidad que cree en la justicia, en el respeto y en la libertad de vivir sin violencia.

Juan José Gutiérrez “El Calao”: guitarra y corazón en la Peña Antonio Laruta

Juan José Gutiérrez, “El Calao”, nació en Linares en 1981 y desde joven se dejó llevar por la guitarra flamenca, formándose con grandes maestros de Jaén y Córdoba. Su talento lo ha llevado a acompañar a numerosos cantaores y bailaores en concursos, festivales y ciclos de flamenco.

Pero lo que realmente lo define es su amor y compromiso con la Peña Flamenca Antonio Laruta de Baños de la Encina. Allí ha dejado su sello en recitales y en el Festival Cal y Cante, acompañando con pasión a artistas locales y poniendo la guitarra al servicio de la cultura y la tradición de su pueblo. Para “El Calao”, tocar en la Peña no es solo un concierto: es una forma de mantener viva la esencia del flamenco en su tierra.


La Peña Flamenca Antonio Laruta

La Peña Flamenca Antonio Laruta es un lugar muy especial en Baños de la Encina, donde el flamenco se vive y se comparte con todos. Forma parte del Circuito Andaluz de Peñas Flamencas, lo que permite que nuestro pueblo esté conectado con otros lugares y que artistas increíbles puedan venir a tocar aquí.

Su nombre viene de Antonio Céspedes, “Laruta”, alguien muy querido en la historia del flamenco local. La peña organiza conciertos, talleres y su famoso festival “Cal y Cante”, que se ha convertido en una cita imprescindible para los amantes del flamenco.

https://youtube.com/shorts/ld1_iAQw0YE?si=Mf3bBsYUPeBOwrVx

viernes, 21 de noviembre de 2025

Devorada por Saturno

 


Saturno devora a sus hijos porque teme que le arrebaten el poder. Esta pintura me impacta profundamente.

Nunca es tarde: vuelven las letras, vuelve el aprendizaje que un día ignoré.
Sin entender de pintura, mis ojos se clavan en el lienzo y mi mente analiza el cuadro, el poder, ese deseo de no perder jamás el control absoluto.

Y yo, hija de Saturno, me siento devorada.
Es una sensación extraña, pero fiel, si necesito una imagen que lo defina.

Sin embargo, renacer es mi meta. Ser libre y volver a empezar.
Te contaré mis cosas, ahora que vuelves a mi vida después del olvido,
y caminaremos juntos mientras acomodo, por fin, mis propias cosas.


domingo, 16 de noviembre de 2025

Más allá del miedo: cuando un relato no gana y vuelve a casa, a mis propias cosas en Baños de la Encina

 

MÁS ALLA´DEL MIEDO

“A veces las historias no ganan concursos, pero sí encuentran un hogar. Este relato vuelve a mí para ser publicado aquí, donde realmente pertenece.”



Casi vivíamos en la calle. Juanita, con ayuda de María Angustias, liaba con pesadumbre la larga soga que aún quedaba sobre el suelo quebrado. No era nada fácil conseguir la soga, pero Victorio, el padre de Juanita, era un buen hombre y le hizo un buen regalo para nuestros juegos; ella la guardaba, pero era de todas, o eso entendíamos nosotras, en la bolsa escritos nuestros nombres: Juanita, Anita, Mari y María Angustias. ¡No todas tenían semejante comba! Yo había conseguido aguantar más que ninguna el duble —ese cambio de velocidad y ritmo que hace tan atractivo el juego—. Yo saltaba el volteo de la soga más deprisa que las otras mientras las demás contaban: uno, dos… Llegué a cincuenta. Era como ganar el trofeo de los chicos jugando al fútbol; nunca hubo corona de laurel para esta competición de chicas, una larga cola donde todas saltábamos con destreza y rapidez, solo aquella onza de chocolate con la Virgen de la Cabeza en el centro, que mordíamos con cierta lástima, colocada sobre un pedazo de pan. Era nuestra merienda habitual, la que proporcionaba a nuestros pies impulsos inimaginables. Pedrín era el amor secreto de todas nosotras. Un secreto compartido, íbamos las cuatro juntas donde él estuviese solo por mirarlo; él solía observar a veces con entusiasmo nuestro juego. Creo que siempre se quedó con las ganas de saltar, pero claro, como era cosa de chicas, solo lo decían sus ojos. En alguna ocasión, Pedrín y algún que otro chico sí que dieron la comba, pero los chicos eran muy brutos e intencionadamente daban tan fuerza y violencia a la soga que nos producía unos verdugones de espanto en las piernas, por eso el rechazo a que los chicos jugaran con nosotras, sobre todo los dubles. Siempre jugábamos en la esquina junto al letrero de la pared, que ya sabíamos leer: Calle Amargura. Como mucho, bajábamos a la calle de abajo, pero aquella mujer de moño y pelo blanco salía a protestar por nuestros gritos en los juegos. La recuerdo sin nombre, fría y malhumorada, resurgía como de la nada, encorvada, vestida de negro y gritando que nos marchásemos de allí; de esa casa nunca salía nadie más, aunque alguna vez, de puntillas, miramos por la ventana por ver si tenía compañía. Siempre estaba sola. Calle Amargura. Estaba acostumbrada a leer aquel letrero todos los días, aunque no comprendía muy bien su significado por mucho que lo leyera o dijera en voz alta.

Aquella tarde de juegos había sido más larga de lo acostumbrado. Comencé a sentir frío. Era aviso de que era la hora de volver. Agonizaba la tarde y, sin reloj alguno, sabía y asumía con desgana el  regreso a casa. El trayecto era corto, solo tenía que subir la calle y torcer la esquina; tardaría unos minutos. La ropa estaba como mojada por una fina mollina que apenas noté al principio, pero que poco a poco se fue intensificando. El húmedo viento calaba los huesos, penetraba muy dentro, la escasa y desgastada ropa de abrigo no alcanzaba a amedrentar al impasible invierno, las gastadas ropas, heredadas de unos hermanos a otros, más que tela parecían papel. Mientras caminaba a buen paso, sentía el roce de mi pelo recogido, eso creía, en una cola de caballo; ésta iba de un lado a otro como el péndulo de un reloj. Las trenzas de María, que me acompañaba junto a las otras, casi volaban y su cuerpo apenas se sostenía. María Angustias y Juanita ya habían desaparecido. ¿Qué estaba pasando? Algo me sujetaba y no me dejaba avanzar en mi huida; la intranquilidad me invadió. Cuanto más corría en medio de la penumbra mejor distinguía paredes y tejas, que parecían bailar y avanzar a mi par. Era como si fuésemos una sola cosa; cuanto más corría yo, más deprisa, ellas. No quería mirar hacia arriba e intentaba solo mirar el suelo. Faltaba poco para llegar. Apenas a unos pasos de la puerta, sentí un crujido, como si se abriera un hueco, no sé si en el suelo o en el cielo. Antes de mirar al suelo, percibí un hedor insoportable procedente de algo invisible, pero real, algo intentaba abrazarme o engullirme. Deseaba escurrirme, escapar, deshacerme de aquella textura viscosa. El tiempo parecía haberse detenido o, quizás, si avanzaba era sin sentido ni orden alguno.

Como a cámara lenta, conseguí entrar en casa y librarme de esa sensación. Ya nada era igual, todo era de una lentitud abrumadora que no entendía. Un grito ahogado en lágrimas apenas salía de mi garganta: ¡mamá! —mascullé— Unos cálidos brazos se deslizaron sobre mi cuerpo rodeándolo; eran cálidos y un agradable olor me envolvió. Por fin me sentía a salvo. El miedo desaparecía. Quería explicar con la mirada lo ocurrido: que, mientras corría, había advertido una presencia sin forma, sin rostro, solo unas largas manos ennegrecidas que se alargaban por encima de mí e intentaban atraparme. Mi boca, incapaz de pronunciar un grito, una palabra; mi cuerpo, impotente, casi paralizado, sin un movimiento, sin un gesto, inmóvil. Volví de nuevo a la calle buscando no sabía qué, Perdida la noción de la realidad, me sentía confusa, atrapada por el pánico. ¿Por qué estaba todo tan oscuro? Los negros ojos de María me miraban llenos de angustia y confusión. Las dos, apretadas una contra la otra, compartíamos el tacto, la presencia de aquello que nos enclaustraba en su aspereza y pestilencia. Éramos como dos sacos empapados y nauseabundos en medio de la cerrada oscuridad. ¿Qué era aquello? Debimos quedarnos dormidas por aquel amargo brebaje que nos acercaron a la boca. Por la cuadrícula del envoltorio que nos cubría, una penetrante luz nos trasladó a un lugar extraño; hacía mucho, mucho frío. Era un lugar habitado por solo niñas, innumerables, incontables niñas y separadas en grupos, rubias, morenas, pelirrojas… Algo recorría mi cuerpo; no sé qué era, daba tanto asco…, yo quería gritar, pero no tenía voz, no, no quiero ni puedo recordar más, ¿quién podría creerme? Pero, no, recordar es revivir. No. Sé que pasó tiempo, no sé cuánto, apenas podía recordar la sensación de libertad y nuestros juegos. Aquel lugar era sombrío, todo se percibía en blanco y negro, no había colores. A partir de aquel suceso aquellas manos negras solo aparecían cuando la noche llegaba, noche tras noche.

Saltábamos a la comba y la tarde daba para un buen rato. Al pasar mi madre, me recordó con insistencia la misma advertencia: "Cuando se oculte el sol y llegue la noche, debes correr a casa porque los Embargos vienen por los tejados y te pueden llevar en su saco. Son feos y tienen las manos muy largas. Tú corre, corre y no mires a los tejados, solo corre". Aquella advertencia era habitual en todas las madres; si todas nos repetían lo mismo, es porque era verdad, no me cabía duda alguna. Los últimos minutos de juego ya no eran disfrutados con tanta intensidad porque se iba a hacer de noche, y el pánico, un día más, se apoderaría de nosotras. No sé si merecía la pena o no aprovechar tanto la tarde. Cuando saltaba, miraba al cielo y decía: un ratito más. Pero todo volvía a repetirse como rebobinando una película.

Suena el despertador, empapada en sudor frío, de nuevo comprendo que todo lo vivido es un mal sueño, una pesadilla, nada es real. El mismo sueño vuelve una noche tras otra. Atrapada entre ensueño y realidad, escucho la voz de mi madre: "Vamos, vamos", mi madre mete prisa porque se hace tarde para la escuela. La cobija de la cama está en el suelo, el tigre grafiado en la manta casi me mira con sus dientes afilados, y mi madre la recoge murmurando: “¡Cómo no se va a resfriar si pasa toda la noche destapada¡". Ella tiene prisa, vende en el mercado la hortaliza que da nuestra huerta y no se puede esperar a que yo me vista, sale corriendo mientras insiste: "Cámbiate la camiseta, que esos puños están negros en vez de blancos, y las braguitas".

Nunca me fue fácil, el ponerme la camiseta me ahoga y siempre lo de atrás me cae delante. Por más que lo intento, las mangas llegan casi al codo por mucho que estiro, pero eso es bueno, dice ella, es porque he crecido. Lo de las braguitas es aún más difícil; los dos pies entran por el mismo hueco y lo tengo que hacer varias veces. Algunas veces voy incómoda todo el día. El uniforme y los zapatos colegiales y una va perfecta, “¿Qué sabe nadie lo que va dentro?” —suele decirme—, eso ya lo dice con un tono de voz más apenado. Mi madre no miente nunca, nunca se queja y siempre sonríe para darme aliento. Y saldremos una vez más del colegio y nos quitaremos el uniforme de las monjas, y los zapatos colegiales, solo para el colegio, que en la calle se rompen. "Cuesta mucho dinero, hija, y luego no podemos". Me los quito siempre de prisa, con premura, y si veo un roce en el zapato le doy con el dedo y el betún marrón para que mi madre no se preocupe y los vea nuevos. Volveré a ponerme los zapatos más viejos y los desgastados leotardos zurcidos con primor en las rodillas y de los que apenas se nota el arreglo.

Por fin volveremos a ser libres todas juntas con nuestros juegos. La calle es el mejor lugar del mundo. Podremos crear brillantes de colores rompiendo con una piedra las botellas que encontramos en la cantera, una lata llena de cada color, transparentes, ámbar, son bonitos los verdes esmeraldas, somos ricas. Ya entrada la tarde, volveremos a la soga, a la comba, todo volverá a su curso, a su rutina. Solo cambiará la hora de ocultarse el sol, y los juegos se alargarán más o menos. Cuando anochezca, volveremos a mirar a los tejados y correremos al refugio del hogar.

Hoy escribo un cuento o relato corto. No, yo no soy escritora y al intentar escribir algo no logro ideas claras con mucho sentido, porque todo se mezcla hacia detrás y adelante. Vuelve con el mismo ímpetu la inquietud que sentía por entonces. Era la única arma con la que nuestras madres nos podían proteger: el miedo. ¿Pensar que todo era un invento? Cuanto ellas te decían, hoy cobra contexto y te hace pensar. Eran adivinas del tiempo, o eran miedos establecidos de una generación a otra. "Ten cuidado, no te pongan algo en el vaso", y ahora ves en los datos que puede pasar, no era una mentira, no era un invento su consejo "no vayas sola". Esos hombres del saco y embargos existen, y son tan reales, aparentemente normales. Las chicas siguen perseguidas por Embargos de manos ennegrecidas. Existen y muchas chicas no pueden volver a casa, aquellas que jamás son encontradas. ¿Dónde van? ¿Qué sucede? La historia no cambia, y vuelve ese sueño cada noche. Y yo sigo corriendo.


Participante del LI Concurso Internacional de Cuentos Puente Zuazo convocatoria 2025

Este relato no ganó el concurso, pero tampoco se rindió. Así que se mudó a mi blog para vivir su mejor vida


A veces los relatos caminan solos hacia los concursos como si buscaran una........... aprobación que, en el fondo, no necesitan. Compiten, esperan, se miden con otros. Y luego vuelven, sin premio, pero no derrotados. Regreso diferente, más mío, más sincero.
Quizá porque las historias no nacen para ganar, sino para encontrar su lugar. Y el mío, mi voz, mi rincón está aquí, entre mis propias cosas, en Baños de la Encina uno de los pueblos mas bonitos de España.
Al final, lo que no reconocen los jurados lo reconoce el corazón: que escribir es vencer el miedo.


sábado, 15 de noviembre de 2025

Baños de la Encina recibe un taller de teatro por iniciativa de la Concejalía de Igualdad y con apoyo de la Diputación de Jaén


 

Una experiencia teatral que deja huella

Estos días he participado en un Taller de Teatro en Baños de la Encina y ha sido una experiencia muy especial. A través de diferentes dinámicas, hemos trabajado la reflexión personal, la expresión y la creatividad, tocando también temas como la igualdad y el papel de la mujer, com centro de la actividad.

El taller estuvo guiado por Pedro Lendínez, que supo acompañarnos con mucha sensibilidad y profesionalidad, creando un ambiente cercano y cómodo para todo el grupo.

Quiero dar las gracias a todas las personas que participaron, porque entre todas conseguimos que estos encuentros se convirtieran en algo enriquecedor y muy humano.

Sin duda, ha sido una actividad que me llevo conmigo, por lo que aporta y por lo bien que se comparte.


Pedro Lendínez: presentación

Pedro Lendínez es guionista y dramaturgo, con trabajos en proyectos como Campeones 2 y experiencia reciente como script supervisor en Todo lo que nunca fuimos. Dirige la productora La Patinadora Films y trabaja como productor ejecutivo independiente.

Ha creado y dirigido el Festival Nacional de Cine de Sorihuela del Guadalimar y cuenta con más de veinte años de trayectoria como actor, director de escena, coach actoral y productor en teatro y cine.

Su visita ha sido un verdadero lujo. Hemos aprendido mucho de su experiencia y de la manera cercana y clara con la que comparte su trabajo.

Mi agradecimiento a Pedro Lendínez por su dedicación y a María José Lara, concejala de Igualdad, por acercarnos a la cultura y al teatro.
Gracias también al Ayuntamiento y a la Diputación de Jaén por hacer posible esta iniciativa.




Un instante de creatividad y expresión en el escenario


Las imágenes que comparto no buscan ser solo un registro literal del taller, sino reflejar cómo lo viví y sentí. Son un poco abstractas, porque en ese espacio teatral solo existíamos nosotros y el momento: un mundo en el que todo se centraba en la actuación, la emoción y la concentración de quienes participábamos. Cada gesto, cada mirada, cada instante tenía su propio peso, y mi intención al editar estas fotos fue capturar esa intensidad, esa sensación de estar completamente inmerso en el teatro. Así, lo que se ve en las imágenes es más una experiencia interna que una simple representación externa: mi manera de contar cómo se sentía estar allí.


Aunque suelo hacer fotos, en esta ocasión estaba más centrada en lo que estaba viviendo. Mis expectativas no tenían nada que ver; fui allí a buscar, estar y vivir, y terminé experimentando algo distinto, más completo. Esto es lo único que voy a compartir y contar desde mi experiencia, y espero que podamos repetirla.