Erase una vez una niña llamada Mariquilla, vivía con sus padres en un pueblecito pequeño llamado Baños de la Encina. Era hija única, por lo que estaba muy mimada y consentida.
Por su cumpleaños recibió como obsequio una cajita de madera, guardaba en su interior unas chinolitas doradas, parecían de oro, ¡como brillaban al sol! Eran preciosas. Para Mariquilla eran un auténtico tesoro.
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Su madre se dispuso a ir, como cada mañana, a la fuente a recoger el agua que necesitaba para toda la jornada. Mariquilla dijo
–Yo también voy
- No Mariquilla, hace mucho frío y no debes jugar en el suelo - replicó la madre.
La niña lloraba y pataleaba –Quiero que mis amigas vean las chinolitas - por no escucharla la madre accedió a que la acompañase.
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Después de aguardar un buen rato su turno, llenó los cántaros y mirando a la niña gesticuló para hacerle saber a Mariquilla que volvían a casa. La niña corrió agarrándose a la falda de su madre, al llegar a casa ésta le preguntó
– Mariquilla ¿Dónde están las chinolitas?
- Mama las dejé olvidadas en la fuente.
- Corre por ellas, ordenó la madre un tanto enfadada.
Cuando llegó a la fuente Mariquilla no encontró las chinolitas. Un "señor" harapiento con barba la interrogo:
- ¿Qué buscas niña?
- Una caja con unas chinolitas doradas que he olvidado -dijo un tanto retraída.
- Mira ¿Son éstas que tengo dentro del saco?
- Sí son esas ¡son mías! - Confiada, por la sonrisa del hombre, se acercó a recogerlas
-¡Al saco!- exclamó el "Tío del saco" empujándola dentro. El vagabundo cerró rápidamente el saco y se marchó a toda prisa del pueblo con Mariquilla.
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Mientras caminaba se decía –Me haré rico, diré en los demás pueblos que mi saco es mágico y canta.
Y así lo hizo al llegar al pueblo más próximo, en la plaza empezó a gritar:
- ¡Tengo un saco mágico que canta tan sólo como él sabe!
Mientras la gente, curioseaba, él empezaba a acercarse al saco y a rodearlo murmurando.
-¡Verán pronunciaré las palabras mágicas y el saco seguirá mis ordenes!
Mariquilla, ¡canta, canta!
qué si no te doy con la palanca
Con una cancioncilla, la niña aterrorizada cantaba:
Madre mía yo cantaré
por las chinolitas de oro
que en la fuente me las dejé.
La gente asombrada echaba dinero en el sombrero del gañán que había colocado previamente en el suelo.
Contento, El tío del saco, del invento realizado inició una gira pueblo tras pueblo. Por su parte Mariquilla ya estaba cansada, no salía del saco, no podía lavarse ni peinarse, y si se dormía recibía los golpes de la palanca al no escuchar las ordenes que le exigian cantar.
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Llegando a la taberna de un pueblo cerca de la sierra, el gañán pensó comer y beber hasta inflarse, como solía hacer, y más aún ahora para celebrar su gran éxito. Pidió a la tabernera que le cuidase el saco, ya que era muy delicado y, sobre todo, no se le ocurriese tocarlo ni abrirlo ya que correría peligro su vida.
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Pero la curiosidad era muy grande; así la mujer tocó el saco ligeramente y con cuidado, pero la niña lo notó y enseguida empezó a cantar:
Madre mía yo cantaré
por las chinolitas de oro
que en la fuente me las dejé.
La mujer notó enseguida que era una niñita la que emitía los sones y, sorprendida, abrió inmediatamente el saco del borracho encontrando a la niña flaca, sucia y muy asustada.
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Mariquilla le contó cuanto le había sucedido. La tabernera con prontitud llenó el saco de piedras y escondió a Mariquilla. Cuando el propietario volvió a recoger el saco, iba muyyy borracho, casi no se sostenía.
-Señora me llevo el saco y muchas gracias por cuidarlo -dijo casi a trompicones.
- Vaya usted con Dios buen hombre, tenga cuidado de no caerse- contestó con firmeza la tabernera.
Por la calle, por la borrachera, iba con ganas de fastidiar y comenzó a exigir a la niña con su cancioncilla:
Mariquilla canta, canta,
qué si no te doy con la palanca!!!!!!
Pero nadie cantaba y él golpeaba con la palanca sin piedad. Al pasar junto a un pozo dijo:
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-¿Cantas o te arrojo al pozo? – No hubo respuesta pues el saco estaba lleno de piedras.
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Así con su gran borrachera se acercó al pozo con la intención de arrojar el saco, pero al intentarlo cayó él detrás, pues no se podía ni tener en pie. Así murió ahogado, nadie le pudo salvar.
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La tabernera lavó, peinó y dio de comer a Mariquilla, después la llevó a su pueblo con sus padres, éstos le dieron agradecidos una gran recompensa económica.
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Todo el pueblo festejaba la buena nueva, la historia corría de boca en boca.
Mariquilla feliz en el recuentro con sus padres prometió hacerles caso en adelante en todo.
Y, colorín colorado esta historia ha terminado.
Este cuento me lo contaba mi madre mientras me daba el desayuno, sentada en sus rodillas con la cabeza cerca de su pecho; un gran tazón de leche caliente con pan “sopao´”. Siempre le pedía que me contase éste, era mi preferido. Para mi madre era el modo de ponerme en aviso.
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Mil historias de: EL TÍO DEL SACO (con su saco te llevaba lejos)
EL TÍO MANTEQUERO (quitaban las mantecas a los niños para venderlas)
LOS EMBARGOS ( éstos te llevaban si se hacía de noche y no estabas en casa; corrías al anochecer mirando los tejados por donde ellos aparecían)
ELLA gesticulaba, y hacía mil aspavientos, era casi como los dibujos animados, pero en la mañana no se emitía aún R.T.V.E.
9 comentarios:
las chinolitas de oro qe recuerdos me acuerdo qe mi abuela lo cantaba sobre todo cuando decia canta canta qe te doy con la palanca casi no me acordaba he cerrado los ojos y he pensado en mi ñiñez gracias ana por traerme este recuerdo tan maravilloso.
Comomegustan estas historias ,es como si las hubiese oido toda la vida.....
¡¡Genial!!
Qué alegría leerlo,yo se lo he contado a mi niño a través de un librito, por las noches, son de toda la vida y siempre enseñan.
Muy bien Ana.
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Mi madre le decía las sonajitas de oro, de hecho en mi blogs en su día lo esctribí, pero dá igual chinolicas que sonajitas, el cuento es el mismo y la fuente te aseguro es también la misma, como lo es la niña, esa niña que llevamos dentro y que nos hacía sentir protagonistas del cuento que nos contaba nuestras madres
Un saludo.
precioso niña lo e vivido cuantas historias en el recuerdo precioso
eres unica
Gracias , Ani , por la foto de mi calle Mestanza !que querida para mi !Es mi recuerdo de mi niñez y el cuento ......ya te lo dicen todo .UN abrazo
También es mi calle Mestanza, alli vivi unos años muy bonitos, mi niñez y adolescencia, y tambien mi madre me contaba una y otra vez, Mariquillas canta que te doy con la palanca.y para que hablar del tio Mantecas,los embargaos y una largo etcetera que a las rebeldes como yo nos repetian una y otra vez como si fuera una eterna letania.
Una abrazo
Un abrazo Ana.
Antes nos asustaban El Coco, tío del Saco, tío Mantecas, tío Bute...cualquiera asusta ahora a los niños. Nacen vacunados contra sustos.
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