Los recuerdos, compañeros inseparables, se acercan a mí. De repente la imagen de una chiquilla vestida de uniforme y zapatos colegiales juega con sus compañeras de clase en el patio del convento. El recreo y el olor a leche caliente lo envuelve todo, en fila nos acercamos a la ventana de la cocina por donde nos llenan un vaso de leche bien calentita, de casa llevamos envuelto en un papel el cola-cao y el azúcar; entre las manos sorbo a sorbo el cuerpo y las manos entran en calor. La hermana Mercedes tiene el hábito subido hasta el tobillo para poder saltar a la comba con las alumnas. Su cara está resplandeciente, tiene unos ojos muy expresivos y se ve que está contenta. Su vestimenta no me deja verle el pelo y me pregunto si lo tendrá claro u oscuro ¡porque seguro que tiene pelo debajo de todas esas telas! De repente se ve una luz y se escucha un estruendo, está muy oscuro y tengo la certeza que rugirá más y más, me siento junto a la cueva de la Virgen ella me hace sentir segura; unas gotas caen sobre mi cara y la hermana nos hace gestos con la mano, el recreo terminó antes de tiempo. “Orden niñas no hay que empujar” La verdad es que yo no tengo ninguna prisa, ¡los verbosssssss!!!!! No hay manera de memorizarlos, bueno la verdad es que no los repaso en casa nunca. En clase las mesas están colocadas formando un rectángulo, nosotras en la parte de fuera, la hermana Mercedes en el centro. Ella va preguntando, “¿Pretérito pluscuamperfecto del verbo…?” Pienso que pronto me preguntará y una vez más me tocará el más difícil!!!!!!!! La hermana dice que hablo demasiado y en cuanto me vea hablando sé que me la voy a cargar. Siempre me sorprende cuando hablo con mi amiga Marí, parece que tiene ojos detrás de la cabeza!!!!!!!!! Al final termino con un esparadrapo puesto en la boca, o desafil (que al final del vaho de mi boca termina cayendo y tengo que sujetar ya que no quiero que piense la hermana que yo me lo arranco). Las comida en el comedor es especial, tomate frito de bote con huevo duro de segundo y carne membrillo de colores de postre. Permanecemos en nuestras horas de ocio en el convento cosiendo, ensayando canciones para la misa, teatro de fin de curso o las ropas para vestirnos para el Domud. Toda nuestra vida gira alrededor del convento.
Un pestañeo en la vida y me encuentro entre las manos un retal de tela a rayas para cortar y coser el babi de mis hijos. Volvemos al mismo patio pero ya no somos nosotras la alumnas, vuelvo a los quehaceres de la casa y ellos quedan allí lloriqueando los primeros días, rápidamente se adaptan y el teatro de fin de curso hay que prepararlo con tiempo.
“Buenas tardes niños, vamos a llevarnos bien, atended y si trabajamos bien hoy nos vamos antes de la catequesis”. El convento, un lugar donde un poco maestrilla doy catequesis, enseñar lo que ellas un día nos transmitieron, amar a Dios amando al projimo. Sólo hay que sembrar, no nos toca recoger, sembrar en esta tierra buena que son nuestros jóvenes.
Y sin apenas darte cuenta ves que las hermanas son ahora nuestras amigas y si nos requieren, allí estamos y si las necesitamos ellas siempre están.
Los recuerdos son caprichosos y llamaron a mi cabecita esta siesta!!!!!!!!!!!!!!!
Gracias HERMANS APOSTÓLICAS DE CRISTO CRUCIFICADO
4 comentarios:
Ellas se merecen estos relatos, nuestra vida giraba en torno a ellas, en parte lo que somos lo que sabemos es gracias a ellas, precioo recuerdo hay tantos guardados en un rinconcito de nuestra mente.
Un abrazo
Que recuerdos,como pasa el tiempo por nosotros como un sueño.La BIBLIA dice que nuestra vida es como la neblina esta y no esta.Algunas somos abuelas otras casi,nuestros pequeños han crecido rapido.Lo mejor de todo es que tenemos recuerdos buenos que contar de nuestra ñiñez y de nuestros, Pequeños Grandes.
Guapisima, pasa por mi blog que ya estan las fotos de la boda de la niña.
Besitos
hola guapa te dejo un regalo en mi blog espero te guste y preciosa entrada la de hoy un abrazo
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