jueves, 29 de septiembre de 2011

La Cruz de plata de Jesús del Llano, Baños de la Encina- SANTUARIO DE JESÚS CRUCIFICADO DEL LLANO -

La Cruz de plata de Jesús del Llano

Lo que sigue no es leyenda, sino un hecho real.

Fue tan bien dotado el Santuario de Jesús del Llano por su fundador, el canónigo D. Pedro García Delgado, que para que nada faltara hizo labrar una Cruz de plata con remates de oro para el Cristo, encargando la obra a destacados orfebres cordobeses, pero por sus dimensiones, peso y calidad artística había de tentar pronto la codicia de dos desaprensivos ladrones -uno local y otro forastero- que se propusieron robarla dos veces, como veremos enseguida.

Muy solitario el lugar entonces, fuera del casco urbano y habitado únicamente por un matrimonio de viejos santeros, los intentos no resultaron difíciles y amedrentándolos una noche tormentosa, los ladrones se llevaron la Cruz. A la mañana siguiente aparecieron los dos viejos amordazados y no pudieron dar razón de la identidad de los ladrones porque para cometer el acto sacrílego llevaron las caras cubiertas. Como tardaran más de lo previsto y se echaran encima las primeras luces del día, la Cruz fue enterrada en un muladar próximo de los muchos que por allí existían, aprovechando los huecos hechos para sacar piedra de las canteras.

Alertada y conmovida la población, se realizaron múltiples pesquisas por la justicia auxiliada por el vecindario, pero nada fue descubierto. Habían trascurrido algunos días cuando un muchacho que apacentaba una piara de cerdos, vio con sorpresa que al hozar aquellos entre el estiércol, descubrieron un objeto brillante. Avisadas las autoridades y en presencia de numerosos vecinos fue desenterrada la Cruz y con júbilo de todos se volvió a colocar en ella la santa imagen del Redentor y se celebró una fiesta religiosa en el Santuario, seguida de procesión, en acción de gracias por haberse recuperado tan preciosa joya.

Pero el demonio, que había tentado la avaricia de los malvados y sacrílegos ladrones, hizo que éstos planearan el robo nuevamente, ahora con mayor preparación y garantías. Una larga y lluviosa noche de invierno les deparó la ocasión, aprovechando como en la anterior, la mucha edad de los santeros, más confiados porque se había reforzado la reja de la ventana de la sacristía, pero ahora entraron por la puerta lateral de la iglesia, forzándola con facilidad.


Provistos de buenas caballerías, antes del amanecer habían logrado internarse en lo más fragoso de Sierra Morena y descansando de día en lugares ocultos y caminando de noche a través de las provincias de Ciudad Real y Badajoz, no tardaron en traspasar la raya de Portugal, en cuya nación fue vendida la Cruz y pagada en monedas de oro.

Dejaron pasar algún tiempo y la familia del ladrón de Baños, que era soltero, dijo que se había ido a América a trabajar en aquellas tierras entonces españolas y se olvidó el asunto. Ya en edad madura, volvió a Baños, dijo que había hecho algún dinero, compró casa y algunas tierras y empezó a trabajar con apariencia de hombre honrado, logrando la estimación de todos, pero como se dice que el dinero y el amor no pueden estar ocultos, empezó a maquinar en la manera de invertir el mucho dinero sobrante y se ocurrió instalar unos molinos para trigo, de los que el pueblo estaba escaso.

Levantó uno de viento –restaurado sus recientemente- en la parte más alta de la Villa, cerca de la Ermita de Santa Eulalia donde los aires corren fácilmente y otro movido por las aguas del Rumblar cerca de Valhondo, al que llamaron del “Jacarero” por ser éste el apodo con que era conocido el “honrado” vecino, laborioso y emprendedor. Una vez construidos empezaron ambos a funcionar con éxito, pero la justicia divina había de jugar su baza y cierto día fue un furioso vendaval el que destruyó las aspas del molino de viento y se llevó la cubierta, dejando sólo los muros. El invierno siguiente, muy lluvioso, causó grandes crecidas en el río, que arrancaron de cuajo el caz y penetrando las aguas destrozaron la tosca maquinaria del molino del “Jacarero”.

El dueño, viejo ya, no había de vivir mucho. En el lecho de muerte confesó su delito y la justicia y misericordia de Dios se encargaron de ahorrar a la justicia humana lo que ya resultaba inútil.

Nadie se atrevió a reconstruir los molinos para ponerlos de nuevo en marcha. El de Viento sigue en el sitio de siempre, y el del río, hoy bajo agua, asomaba hasta hace poco tiempo sus musgosos paredones cuando decrecía el embalse en acusados estiajes.

Así es la justicia de Dios.

--------------------------------------------------------------------------------------------

Historia recogida del libro

"BAÑOS DE LA ENCINA: UN VIAJE POR SU HISTORIA MILENARIA"

de D. Juan Muñoz-Cobo y Fresco

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y la justicia divina sigue actuando por que hace tres años las aspas del molino recuperado volvieron a caerse. mucho direis que tonteria pero yo creo mas en la justicia divina que en la humana y creo que ese molino terminara con el tiempo como estaba.Pero nuestro SENIORITO POBRE como yo le llamo cariniosamente esta muy bien con la cruz que tiene de pobreza y umildad es el mas GRANDE ASI LO DIGO POR QUE ASI LO SIENTO

masy dijo...

Es cierto que hoy me acostaré sabiendo una cosa más... no sabía de esta historia, recuerdo como mi madre me contaba como en el molino que existía cuando aún las colas eran apenas un riachuelo, iban a moler el trigo para hacer la harina y como en una riada inesperada tuvieron que salir corriendo de él llevándose el agua todo lo que encontró a su paso.
Pero del porqué de su edificación jamás lo había escuchado y me he quedado sorprendida.
Gracias por la historia.
un beso muy fuerte

Anónimo dijo...

Muy bonita la historia, que se une ala leyenda, como suele pasar siempre

TREMENDITA dijo...

Mi madre siempre decia que Dios no se queda con nada de nadie, y ese hombrecillo lo pago.Jesus del Llano siempre perdona, ayuda y protege aunque a veces nos cueste creer que es asi.

Un abrazo Ana que no se na de tiiii.

Anónimo dijo...

que bonitooooooooooo