Un rato a solas con Jesús en la Sacristía. Rezar frente a Jesús expuesto en el Monumento. Sea Él mismo quien disponga mi corazón para poder escucharlo y aceptar sinceramente lo que Él quiera decirte. Él espera, oculto en el Sagrario. Apenas treinta y tres años tenía,
tres clavos, en su cuerpo y, en su frente,
la imagen del dolor que humanamente
su velo celestial enrojecía.
Apenas treinta y tres noches, y un día
bastó para vivir eternamente:
sus ojos de Pasión, su Llaga ardiente
hicieron Evangelio, Eucaristía.
Y así nació la Historia, reviviendo
sus brazos en la Cruz, iluminados,
de amor de Dios, sus pies, encallecidos.
Yo vivo, mi Señor, mientras muriendo
su alma y corazón aquilatados
se saben en el mundo renacidos.
No entiendo tu dolor, Jesús, ni quiero
sentir que ves herido tu costado:
tu muerte es más que un sueño prolongado
al cáliz de la noche en un madero.
En mí vives, Señor, yo por Ti muero,
en sangre y en amor a tu cuidado;
y vivo en Ti, al ver, crucificado,
tu cuerpo redimido al mundo entero.
Quisiera revivir en tu mirada
las llagas inmortales de tu muerte,
y el níveo resplandor de tu agonía.
Tan solo, Cristo mío, bastaría:
tus ojos en mis ojos para verte;
tu herida en mi herida emocionada.
Sonetos Caty Palomares
tres clavos, en su cuerpo y, en su frente,
la imagen del dolor que humanamente
su velo celestial enrojecía.
Apenas treinta y tres noches, y un día
bastó para vivir eternamente:
sus ojos de Pasión, su Llaga ardiente
hicieron Evangelio, Eucaristía.
Y así nació la Historia, reviviendo
sus brazos en la Cruz, iluminados,
de amor de Dios, sus pies, encallecidos.
Yo vivo, mi Señor, mientras muriendo
su alma y corazón aquilatados
se saben en el mundo renacidos.
No entiendo tu dolor, Jesús, ni quiero
sentir que ves herido tu costado:
tu muerte es más que un sueño prolongado
al cáliz de la noche en un madero.
En mí vives, Señor, yo por Ti muero,
en sangre y en amor a tu cuidado;
y vivo en Ti, al ver, crucificado,
tu cuerpo redimido al mundo entero.
Quisiera revivir en tu mirada
las llagas inmortales de tu muerte,
y el níveo resplandor de tu agonía.
Tan solo, Cristo mío, bastaría:
tus ojos en mis ojos para verte;
tu herida en mi herida emocionada.
Sonetos Caty Palomares
Puesto que Cristo mismo está presente en el sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. "La visita al Santísimo es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor"
Se pude ver como una de las 12 velas, representa a Judas y su traición, está apagada. El Sagrario del Altar Mayor está vacío, ni manteles ni flores ni velas.
Las cosas de Dios perfectas, candelabros, manteles, flores... Un trabajo esmerado y el gran amor de quienes preparan el Monumento se notó nada más entrar.
Este año gracias a la nueva iluminación de la sacristía y el esmero con que se prepara, todo quedo en mi opinión, perfecto.
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